sábado, 26 de julio de 2008

26 de julio

Cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado (Lucas 17:10)
Decimos: Si Cristo estuviera aquí haríamos muchas cosas por El. Las mujeres que le aman, con alegría le servirían tal como lo hicieron las mujeres que le siguieron en Galilea. Los hombres que son amigos suyos, trabajarían para ayudarle en cualquier forma que El les indicara. Todos decimos que sentiríamos sumo placer en servirle si viniera otra vez a nuestro mundo y visitara nuestros hogares. Pero nosotros podemos servirle ahora, en la misma en que le serviríamos si estuviera aquí en cuerpo humano.
Nada le agrada tanto como nuestra obediencia. Se nos dice que un amigo de un gran filósofo fue un día a visitarlo. Mientras esperaba que viniera su amigo, se entretuvo hablando con la hijita del filósofo. El amigo pensaba que la hija de un hombre tan sabio debería estar aprendiendo algo muy profundo. Le preguntó:
-¿Qué te está enseñando tu padre?
La pequeñita lo miró con sus ojos claros y dijo:
- Obediencia
Está es la gran lección que el Señor te quiere enseñar. El quiere que aprendamos a obedecer. Si le obedecemos siempre estaremos haciendo algo para El.
Lo que hacemos por Cristo, lo hacemos por amor a El. Aun la obediencia sin amor le resulta desagradable. Pero los pequeños servicios que prestamos por amor son aceptos delante de su presencia. De este modo las tareas más triviales de la Vida las podemos transformar en ministerios santos, como los que los ángeles realizan. - J. R. Miller.

No hay comentarios: