domingo, 27 de julio de 2008

28 julio

Si caminas paso a paso, el camino se abrirá delante de ti (proverbios 4:12)
Jehová te pastoreará siempre (Isaías 58:11)
Padre e hijo acamparon en una región boscosa a corta distancia de un pueblito. El padre quería echar una carta al correo. Le pidió al hijo que la llevara, y lo condujo hasta el sendero que le llevaría hasta el pueblo.
- Pero, papá -dijo el muchachito -, ¿como puede ese camino llevarme al pueblo?
El padre le tomo la mano y, levantándola con la suya, le indico un lugar a la distancia.
- ¿Ves al final del sendero ese árbol grande?
- Si, señor. Veo el sendero que llega hasta allá, pero ¡allí no está el pueblo!
- Bien, cuando hayas llegado a aquel árbol, verás la curva y el camino que desciende un poco. Camina hasta el árbol y sigue el sendero hasta que llegues a la curva siguiente, continúa hasta que veas algunas casas. Cuando llegues a las casas, vas a ver el correo. Allí puedes echar la carta.
No sé cuándo dejaré este paisaje familiar, ni hacia donde iré. Pero sé que El está aquí, estará allá y durante el camino me acompañará. Cuando parta de lo que conozco hacia aquel vasto lugar desconocido, aunque vaya tarde o temprano, sé que no iré solo.
El amor de Dios con frecuencia quita de nuestra vista el resto del camino de la vida. Nos lo revela paso a paso, y curva por curva. Por eso es necesario que confiemos en su dirección, porque El ve más allá de la curva. El sabe lo que hay más adelante y sabe si podremos hacer frente a una situación ahora o más adelante. El consulta nuestros deseos, como Padre sabio y amante. Las curvas no son el final del camino. Han sido puestas para disciplinar nuestra fe, para enseñarnos la paciencia de caminar paso a paso y hacernos aptos para la bendición. Debido a lo limitado de nuestra visión, debemos buscar continuamente la dirección del Señor.

sábado, 26 de julio de 2008

27 julio

Por Jehová son ordenados los pasos del hombre (Salmo 37:23)
Tenemos la más completa seguridad que Dios guia a sus hijos en todas las cosas. El puede transmitirnos sus pensamientos acerca de este acto particular o sobre aquel movimiento. De otro modo, ¿donde estaríamos? ¿como podríamos seguir avanzando? ¿en que forma podríamos regular nuestros movimientos? ¿estamos aquí para ser llevados de un lado y otro por las corrientes de las circunstancias? ¿nos guia la ciega casualidad? ¿nos guían nuestros propios impulsos?
Gracias a Dios, no es así. El, a su propia manera, puede darnos la seguridad de cual es su voluntad en cada caso, y sin esa certeza no deberíamos dar un solo paso. Nuestro Señor Jesucristo (¡toda honra sea a su Nombre sin par!) puede revelar sus intenciones más intimas a sus siervos, en cuanto al lugar donde deben ir, y lo que tienen que hacer. Ningún siervo verdadero pensara en moverse o actuar sin aquella intimación. No debemos movernos en forma insegura. ¡Si no estamos seguros, quedémonos quietos y esperemos! Con frecuencia ocurre que nos angustiamos e impacientamos por movimientos que Dios no ha ordenado.
Una persona dijo una vez a un amigo:
- Me siento completamente perdido, y no se que camino tomar.
- Entonces no tomes ningún camino -fue la sabia respuesta del amigo.
El guiara al manso en sus juicios y les mostrara el camino. No debemos olvidar esto. -C. H. Mackintosh.
Hace muchos años, un ministro a cargo de un circuito visito una de sus iglesias en un lugar apartado. Cuando iba a regresar, se dio cuenta que tendría que hacerlo en plena oscuridad. Un miembro de la congregación, acostumbrado a la vida en los bosques y a las caminatas nocturnas, le dio una antorcha de pino tea. El ministro estaba seguro que se le apagaría.
- Le va a alumbra todo el camino hasta su casa -declaró muy confiado el montañés.
- Pero el viento me la va a apagar -replicó insistentemente en ministro.
- Llegará alumbrando hasta su casa -fue la respuesta.
- ¿Y si llueve?
- Llegará alumbrado hasta su casa.
Y así fue. El hombre del bosque estaba habituado a usar esa luz y sabía que era digna de confianza. Dios es nuestra luz. Los que han experimentado esta luz saben que nos alumbrará hasta llegar a nuestro destino.

26 de julio

Cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado (Lucas 17:10)
Decimos: Si Cristo estuviera aquí haríamos muchas cosas por El. Las mujeres que le aman, con alegría le servirían tal como lo hicieron las mujeres que le siguieron en Galilea. Los hombres que son amigos suyos, trabajarían para ayudarle en cualquier forma que El les indicara. Todos decimos que sentiríamos sumo placer en servirle si viniera otra vez a nuestro mundo y visitara nuestros hogares. Pero nosotros podemos servirle ahora, en la misma en que le serviríamos si estuviera aquí en cuerpo humano.
Nada le agrada tanto como nuestra obediencia. Se nos dice que un amigo de un gran filósofo fue un día a visitarlo. Mientras esperaba que viniera su amigo, se entretuvo hablando con la hijita del filósofo. El amigo pensaba que la hija de un hombre tan sabio debería estar aprendiendo algo muy profundo. Le preguntó:
-¿Qué te está enseñando tu padre?
La pequeñita lo miró con sus ojos claros y dijo:
- Obediencia
Está es la gran lección que el Señor te quiere enseñar. El quiere que aprendamos a obedecer. Si le obedecemos siempre estaremos haciendo algo para El.
Lo que hacemos por Cristo, lo hacemos por amor a El. Aun la obediencia sin amor le resulta desagradable. Pero los pequeños servicios que prestamos por amor son aceptos delante de su presencia. De este modo las tareas más triviales de la Vida las podemos transformar en ministerios santos, como los que los ángeles realizan. - J. R. Miller.

jueves, 24 de julio de 2008

24 julio

Si hay virud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad... (Filipenses 4:8)
El hombre no se hace por lo que realiza, ni por lo que dice, sino por lo que piensa. Lo que uno piensa determina lo que dirá y hará. Una persona puede tratar de hablar y actuar en forma distante de lo que piensa, pero será en vano. Porque son los pensamientos los que se expresan a través de nuestras acciones y pañabras, por mucho que nos cuidemos. Nuestros semejantes siempre verán nuestra alma cuando bajamos la guardia.
Pablo conocía muy bien la mente y el carácter de los hombres. El sugiere que debemos pensar en todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo o puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, todo lo virtuoso y en todo lo que contiene alguna alabanza. Si permitimos que estas cosas abunden en nuestros pensamientos, seremos ransformados en su semejanza.
No te canses de la preparación que eso requiere. Para ser lo que más anhelas, necesitas usar la mayor parte de su vida cristiana. No te canses en un intento de pensar lo bueno. Deja a un lado lo malo. Cuando, desesperado, estés por renunciar a ello, el Espíritu Santo hará que estos pensamientos cobren vida en ti. Dale a El la oporunidad de hacer la obra para la cual entró en ti.

miércoles, 23 de julio de 2008

23 de julio

Y cuando hubieren cantado el himno,
salieron al monte de los Olivos (Mateo 26:30)

Hay varias ocasiones en que nuestro Señor debe de haber cantado, pero la única vez que se menciona que cantó es en aquella noche que fue la más oscura de su vida en la tierra. Fue al comenzar su caminata al Getsemaní. No cantó solo, porque sus discípulos estaban con El. Podría haber cantado en el Monte de la Transfiguración, o el día que entro a Jerusalén en medio de los Hosannas del pueblo, o en las bodas de Caná. Pero esta era una canción en la noche.
El gozo que se expreso en su himno era el gozo que le fue propuesto, por el que sufrió la cruz menospreciando el oprobio. La causa del gozo en su corazón era la satisfacción de haber cumplido la voluntad de su padre. Tenia que enfrentar la agonía del oprobio y la burla. Tuvo que mirar las densas tinieblas a las que iba a entra a fin de preparar el camino para salvar las almas perdidas. Hubo alegría en aquel corazón sepultado bajo todas las sombras y pesares. En su corazón de Dios había un profundo amor por la humanidad.
¿Jesús solo debe llevar la carga? ¿Debe cantar siempre sus canciones en la noche? Aquí hay una lección, ¿verdad? Querido cristiano, ¿has tenido que dejar de cantar? Debemos aprender a cantar mientras entramos al valle de las sombras. Cantamos mientras trabajamos. Cantamos cuando estamos gozosos. ¿Podemos cantar cuando sufrimos? ¡Que difícil es cantar cuando no se ve mas allá de la aflicción! El secreto consiste en mirar más allá de las circunstancias inmediatas y contemplar las recompensas que recibimos en gloria. Cristo vio su recompensa: la obra de redención terminada.

lunes, 21 de julio de 2008

22 de julio

Su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor (Jeremías 38:12)

En los anales del tiempo, los poetas han comparado las lluvias con las lágrimas. Dicen que "los cielos lloran" cuando llueve. Jeremías, uno de los grandes profetas del Antiguo Testamento, comparaba el alma gozosa con un huerto de riego. Elocuente y sabio entre los escribas, expresó, sus sentimientos más profundos en su descripción del huerto de riego del alma. Es como un huerto en el que la lluvia cae en abundancia. Cada planta se levanta recta y con deslumbrante dignidad. Cada hoja resplandecerá con nuevo vigor. Cada perfumada flor expone sus matices más brillantes. Qué lucidez habia en Jeremías. La lluvia no derrama lágimas, esparce esplendorosa belleza.

¿Esta cansado, tierno corazón?
¡Alegrate del dolor!
las penas producen las cosas más dulces
como la lluvia produce flores.
Dios vigila: el sol vendrá
cuando las nubes su obra acaben.
[Adelaida Procter]

A veces cuesta alegrarse de la lluvia. ¿Se alegra alguien del dolor?. Las dos cosas son tristes perturbaciones de la vida y nuestro fuero interno se rebela contra ellas. ¿Quién no desea ver los cielos sin nubes y tener un cuerpo sin dolores? La gente que vive en lugares donde brilla constantemente el sol, desean ver unos pocos dias nublados. Los goces del cielo serán magnificados por el recuerdo de nuestros días terrenales cargados de nubes.
En una vida en que reina una perpetua primavera hay un jardín del alma bien regado, aunque este riego con frecuencia se haga con lágrimas. La vida que produce flores de gozo y paz es aquella que se halla más cerca del "Varón de dolores, experimentado en quebrantos". Si su gozo está en nosotros, nuestro gozo está completo.